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miércoles, 9 de marzo de 2011

HERMANO COSTALERO. Desde el corazón del MAESTRO ALONSO


                         Hoy es Miércoles de Ceniza, empieza la cuaresma, tiempo de preparación para lo que será la Semana Grande del Cristiano, porque Tú, Señor, te hiciste hombre para morir por cada uno de nosotros, para morir por mí. Y que privilegio el mío que en esos días en los que recorrerás las calles de mi ciudad recordando el gran Amor que Tú nos tienes yo iré detrás de ti, Señor, bajo las trabajaderas del Palio de tu Madre, de nuestra Madre.

                         Este año, Señor, en mi corazón hay un deseo que quiero expresarte, sabes que no soy de letras, ni de palabras, y perdona si en algún momento es escaso mi vocabulario, pero, bajo las trabajaderas del Palio de tu Madre, cada chicotá que dé, cada gota de sudor que quede impregnada en mi costal, y cada lágrima que se me escape quiero que sepas que es para darte las gracias. Quiero darte las gracias Señor, por darme el privilegio de ser costalero, y sobre todo, quiero darte las gracias Señor por haber podido trabajar bajo el Palio de Tu Santísima Madre tantos años, codo con codo, con mi hermano costalero.

                         Dicen que el oficio del costal es un oficio que no se estudia en las escuelas ni se aprende en los libros, sino que se hereda, de padres a hijos, y de hermano costalero a hermano costalero, y así es como lo heredé yo, Señor, de mi hermano costalero. Él fue el que me enseño a hacerme la ropa antes de cada ensayo, el que me enseño a trabajar y a andar bajo las trabajaderas, el que en esos momento en el que flaqueaban mis fuerzas y creía que no podía terminar la chicotá me aliviaba la carga y me ayudaba a terminarla, él fue el que me enseño el sentir de un costalero.

                             Como bien sabrás, Señor, mi hermano costalero llevaba el zanco derecho del Palio de la Virgen de las Tristezas, y mi trabajo era el de fijador suyo. A menudo, sobre todo este año pasado, bromeaba diciéndome que él se retiraría pronto, y que me había estado enseñando para que cuando eso pasará, yo llevará el zanco de su tan querida Virgen de las Tristezas, y que no me preocupará que él estaría por fuera ayudándome. Que irónica es la vida Señor, que Tú antes que empezará esta Cuaresma, antes que volviéramos a colocarnos la ropa de trabajo, has querido llevarte a mi hermano costalero para que sea Tú costalero en el Cielo.

                        Por eso Señor, aparte de darte las gracias por haber heredado de él este gran oficio de costalero, quiero pedirte que el Lunes Santo le dejes bajar a echarme una mano, que me ayude en cada revirá, que cuando flaqueen mis fuerzas siga estando ahí para terminar la chicotá..

                        Y a ti, Juanma, mi Hermano Costalero, quería aprovechar para decirte que tu costal no se va a llenar de polvo, que el Lunes Santo seguirá sirviendo para pasear a tu tan querida Virgen de las tristezas de Vera Cruz, y que el zanco lo seguimos llevando los dos, y este año, cuando Luis diga “al cielo con ella”, toda la cuadrilla que tanto te echa de menos levantará a la Señora, como tu la llamabas, al cielo de verdad, porque tu estás ahí para ayudarnos.

Empieza la Cuaresma para nosotros, pero mi hermano costalero ya vive el Domingo de Resurrección.