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martes, 28 de junio de 2011

EL ÚLTIMO RABO CORTADO EN SEVILLA. EL INICIO DE MI TEMPORADA.


UNA GRAN FAENA Y UNA ESTOCADA EXTRAORDINARIA, A UN TORO DE BANDERA

Ruiz Miguel

Un bravo toro de Miura y un prometedor torero, en feliz conjunción, en perfecto acoplamiento, en armoniosa inteligencia, han dado la nota cumbre de la Feria. “Gallero” se llamaba el toro; Ruiz Miguel fue su afortunado matador. El animal embistió incansablemente y con el mejor son del principio al fin de su lidia, de su bella lidia, promotora de clamoroso entusiasmo. Ruiz Miguel aprovechó cumplidamente la boyantía del toro, que tomó bravamente dos varas. El joven isleño jugó el capote con arrogancia y temple en verónicas de la mejor ley y compuso una enjundiosa y vibrante faena de muleta, a tono con las condiciones del extraordinario toro. En los medios desarrolló el lucido trasteo, iniciado con dos ayudados altos y uno de pecho sin enmendar la posición de la erguida figura. Ruiz Miguel explayaría luego con superlativo acierto, con decisión y buen arte, toda la teoría del toreo fundamental, esmaltada de airosos adornos, entre ellos un pase rodilla en tierra, de singular prestancia. La gallardía y la calidad se aunaron y complementaron en el excelente trasteo al noble, al suave toro, siempre bien toreado, siempre embebido en el engaño. Citó a recibir Ruiz Miguel, y , marcando admirablemente los tiempos de la bellísima suerte, clavó en los rubios parte del acero. Fue una estocada perfecta, realizada con destreza y tino superlativo, deslumbrante colofón de la extraordinaria faena. El joven matador obtuvo, con plena justicia, las dos orejas y el rabo de su bravo y dócil colaborador, toro de bandera, al que se otorgaron merecidamente los honores póstumos de la vuelta al ruedo en el arrastre.

En el quinto, se aceptó tres puyazos, Ruiz Miguel manejó el capote con garbosa habilidad. Brindó la muerte del toro al ministro López Bravo. La faena última tuvo un luminoso y prometedor principio, pero pronto bajó de tono. La res entraba andando a la muleta y se quedaba un tanto corta en la embestida. Quizá hubiera dado otro juego al final si se le hubiera limitado el castigo en varas. Ruiz Miguel mató de pinchazo, estocada al encuentro y descabelló a la segunda tentativa. Oyó una ovación.

DON FABRICIO II, ABC.


(27 abril de 1971)